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03 septiembre 2010

incaicos

LOS INCAICOS DE VIRU

Entre este mosaico de grupos típicos destacan "Los Incaicos", fundado en 1928 por los hermanos Julio y Mariano Quintana, devotos de la Virgen de los Dolores, patrona de Virú. Ahora participan en cuanto certamen los invitan, dentro y fuera del departamento, siempre bajo la advocación de su protectora.
Arístides Abanto Quintana presidente de disciplina tiene 35 años baillando. el relata que desde sus inicios los bailarines utilizaron máscaras, emulando la vestimenta festiva de los incas.

Las máscaras al principio fueron de tela amidonada, pero resultaron poco prácticas porque al humedecerse con la transpiración perdían riguidez. Debido a ello fueron sustituídas por otras de calabazo, pero resultaron incongruentes con el conjunto de la vestimenta. Las actuales son de alambre y malla metálica recubierta con lana de oveja (huacho); a veces llevan cuernos de este mismo animal.

Danzan 30 personajes (varones, mujeres y niños), entre ellos el maestro de música, los quijaderos, el capataz, general, la vieja (madre de los incaicos, la calavera y los danzantes, La mayoría de ellos cumplen promesas que hicieron a la Virgen.
Abanto Quintana manifiesta que cada color de indumentaria tiene un significado, el verde representa la naturaleza floreciente del valle Virú; el rojo la sangre milenaria que derramaron nuestros antepasados; el blanco, la pureza de los sentimientos de su gente; los cuernos son la defensa de cada uno y el látigo sirve para cuidar el orden durante la procesión.

Arístides Abanto refiere que la Virgen les hizo varios milagros. Dice que el más importante ocurrió en 1992, cuando el carro que los traía de Chorobal se desbarrancó a un abismo y una roca detuvo el vehículo, salvando de morir todos.

Un poco acongojado, Abanto rememora la muerte del maestro de música Prudencio Soles, en 1988, en un accidente de tránsito ocurrido cuando regresaba de Chimbote, en el que la mayoría de integrantes quedaron heridos.

El orden es necesario en toda organización, por eso, después de su último baile en toda festividad reprenden a los indisciplinados en la Plaza Mayor, frente al templo. El castigo consiste en levantar el Vilo al sancionado y darle latigazos sin contemplaciones, de acuerdo a la falta. Hay casos que ameritan incluso la separación del grupo.