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31 agosto 2010

Directores

DIRECTORES

 El maestro que ejerce las funciones de Director de una Institución Educativa tiene para sí una misión hondamente humana que cumplir. Es necesario que frente al cargo, haga un sereno análisis de sus responsabilidades, de modo que mantenga siempre en pie su espíritu de maestro para ponerlo, sin doblegarse, al servicio de su Institución Educativa.

Debido a nuestra profunda convicción acerca del trascendente papel que en torno a la función educativa de la Institución Educativa, corresponde al Director, en este título hemos querido hacer un amplio y minucioso análisis de todos los aspectos de la función educativa.

Antes de entrar en él, conviene hacer algunas consideraciones generales para apreciar mejor la incidencia y el vasto rango de las funciones directivas.
Es indispensable que el Director de una Institución Educativa posea una personalidad bien definida, madura, serena, amplia, humana, enérgica y generosa. Debe ser capaz de comprender todas las situaciones que se presenten y propiciar soluciones que siempre sean constructivas y edificantes.

Debe saber inspirar confianza sin romper el necesario ambiente del mutuo respeto. Debe ser capaz de tomar decisiones previo el sereno estudio de las situaciones en pro y en contra. Debe cultivar la bondad, la generosidad, la prudencia, la discreción, la firmeza, la modestia. Debe amar profundamente a los educandos y dedicarse por entero a conocerlos para guiarlos adecuadamente. Ninguna otra obligación o función lo apartará del anterior enunciado, porque como maestro que dirige está más obligado que sus colaboradores a estudiar cada uno de los alumnos de la Institución Educativa y tener contacto directo con ellos, preferentemente con los que significan problemas, de modo que se adopten en cada caso los medios educativos aconsejables.

El Director debe ser muy considerado, humano y amigo leal de los demás maestros de la Institución educativa que son sus subordinados. A todos debe tratarlos en términos de igualdad que no afecten las consideraciones especiales que cada uno pueda merecerle por sus méritos personales. En su trato con los maestros no debe haber exclusivismos ni debe propender a la formación de grupos encontrados. El debe ser el elemento moderador y el vínculo de unión y de armonía.

El Director debe tener la habilidad suficiente para promover los vínculos necesarios entre la Institución educativa y la comunidad, como un medio de colaborar en su desarrollo.

El Director tiene que aceptar un hecho incontrovertible, cual es el de que su labor no tiene nada de personal y sí mucho de general. En otros términos es necesario considerar que la función directiva no es exclusiva de Director, sino que en ella deben tener participación los demás maestros de la Institución Educativa. Por consiguiente, el Director debe tener la habilidad suficiente para delegar funciones sin renunciar a ellas. Esto se explica en el hecho de que una Institución Educativa es un Centro de Trabajo, con personal conocedor de sus propias funciones, que deben ser coordinadas atinadamente. Como en esta labor es muy eficaz el trabajo de grupo, el Director debe lograr que los demás maestros se capaciten en, la función directiva ejerciéndola prudencialmente. bajo su asesoramiento. Asi se lograra que la Institución Educativa, como Centro de Trabajo, no condicione, necesariamente, su normal funcionamiento a la personal intervenclón del Director. En los casos de ausencia de este, la labor proseguira inalterable, aplicándose así un principio de funcionalidad semejante a ese conocido principio castrence de: "El Comando no muere".

Es necesario que la labor de la Institución Educativa sea el resultado de una planificación que tenga lugar dentro del grupo de trabajo. En tal sentido son muy recomendables las reuniones semanales del personal bajo la presidencia del Director, en las cuales se pasara revista a todos los aspectos de la labor y los problemas que se suscitan, dándoles adecuadas soluciones con la democrática participación de todos. Así es posible conocer, a través de los informes orales de cada uno de los maestros, cómo marcha el proceso educativo en cada aula, qué dificultades surgen en cada una, referidas al Programa, al propio profesor, a sus relaciones con los padres de familia, a los alumnos, al aula ya otros aspectos.

Hay casos en que el Programa en determinado año de estudios no se desenvuelve normalmente, ya sea por deficiencias relativas al profesor, que son muy humanas y frecuentes, o por otras causas. En las reuniones, y dentro del espíritu de ayuda y cooperación que las animará, se adoptarán las medidas que resuelvan aquellas dificultades.

En la vida de la Institución Educativa son muy frecuentes los casos de omisión de temas o actividades programáticas debidas a deficiencias de aptitud; pero ello no debe ser motivo para reproches ni óbice para el normal desarrollo del Programa. Si el Director establece un franco ambiente de comprensión entre él y el personal docente, es seguro que desaparecerán tales deficiencias y se estará, por este camino, sugiriendo un excelente proceso de supervisión.

Hay aspectos programáticos que, por lo regular, se prescinden, o sea que no se desarrollan o se desarrollan mal. Si ahondamos en las causas las encontraremos que ello se debe a una natural falta de aptitud docente, pues es muy humano comprender que en la formación magisterial el profesor no logra captar las técnicas y las habilidades suficientes relativas a todas las Áreas Curriculares, Así es cómo en la vida escolar, desde el punto de vista de la supervisión, nos encontramos con excelentes profesores en algunas técnicas didácticas y muy mediocres, al propio tiempo en otras.

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